Quien iba a decirme, quién iba a decírselo a ellos, que el tercer advenimiento de la Banda Trapera iba a ser lo que ha sido.
¿La mejor de sus encarnaciones? Permitámonos al menos la duda. No estaba presente Modesto, lo cual fulmina toda posibilidad, pero en honor a la verdad nunca se les había oído tan... profesionales. Y tan dignos, añado a título subjetivo.
Un par de días antes de su presentación me traslado a la Ametlla Del Vallés para presenciar uno de los cuatro únicos ensayos con los que esta maravillosa maquinaria de rock ha sido dispuesta. Allí compruebo atónito cómo se zampan un repertorio de hora y media no sólo sin despeinarse, sino inyectando al espíritu trapero todo aquello de lo que casi siempre habían carecido. Esto es, rigor, simetría, acabado. En definitica, excelencia.
No se trataba de eso en principio, claro está. Tanto en 1976 como en 1993 bastaba con expulsar por boca y nariz el hálito trapense, birlibirloqui curriqui, hedor a barrio podrido con el limo rezumante de las cloacas asfixiando a todo bicho viviente. Su actitud se lo permitía todo y así lo entendíamos todos.
Pero en 2009 ya no basta con eso. Por fín un regreso que no es como los demás. En cuerpo, pero también en alma. Y eso lo ha hecho posible que Morfi y Pulido se hayan congraciado por fín- gracias, como ellos mismos reconocen, al exorcismo que les supuso confesarse para Escupidos De La Boca De Dios- pero también, y no en menor grado, que haya sido Raul Pulido, hijo de Juan y sobrino putativo de Tio Modes, el sustituto de este último. Metralleta honorífico por méritos propios, depositario del infuso magisterio de aquella Gibson que ahora sólo a él le pertenece, Raul se perfila como mascarón de proa de un navío pirata que embiste con renovadas y redobladas fuerzas.
Tampoco debemos olvidar, además de la veterana solidez de que hacen gala Morfi, Pulido y el Subidas, a la otra novedad de la formación, Fosi (Cancerberos, Furias), segundo guitarra que imprime especial dinamismo y amplia resuello a la bestia, aproximándose en su liaison con Raul a lo que Wayne Kramer significaba para Sonic Smith. Y tan ancho me quedo al decirlo, de lo seguro que estoy.
Jaime Gonzalo (revista Ruta 66. Septiembre de 2009)
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