Páginas traperas

lunes, junio 24, 1996

La España punki (EL PAÍS)

La España punki
FERNANDO MARTÍN 24/06/1996

A apenas diez días de la visita de los Sex Pistols, España se engalana de punki, como si éste fuera ya el último estilo musical con vida. Tremenda ironía. La veterana Banda Trapera del Río visitó la capital, presentando su último disco Mentemblanco.

Morfi Grey -que iba vestido como el chico del anuncio de Martini-, tío Modes, Jordi Subidas y Raf Pulido demostraron cómo se puede seguir al pie del cañón con edad cercana a los cuarenta y tantos y sin perder la dignidad. Energía, chulería, velocidad y una guitarra urbana y afilada envuelven las historias callejeras, terribles y políticamente muy poco correctas que interpretan.

A los de Cornellá les queda aún mucha guerra sonora para dar. Por cierto, llevaban de teloneros a una de las bandas más divertidas de la capital: Los Piolines. Portando aparatosas máscaras a lo Kiss, el cuarteto disparó 30 canciones en ráfaga, de las que se pueden destacar Drácula, No quiero pensar, Mambo y El jevi no es biolencia.

Por una vez no se rompió ninguna guitarra y terminaban los temas todos juntos. Parecieron, incluso, un pelín demasiado profesionales y tampoco hay que pasarse. La otra aparición reseñable de la semana fue la de Manolo Kabezabolo, precedido por la actuación de dos correosas bandas practicantes del género, en un macrofestival punk que parecía no terminarse nunca: los madrileños Efectos secundarios y los zaragozanos Animales muertos.

Kabezabolo, maño singular, representa uno de los fenómenos del año en curso, a base de encarnar todos los arquetipos de vida punk como son el consumo masivo de alcohol y drogas -en especial de speed, oposición frontal a disciplina y autoridad de cualquier tipo, desesperación y falta de fe en el Sistema e identificación plena con el anarquismo. Todo ello tomando prestadas las músicas a Dylan, Sting, El Fary, Judas Priest, Sex Pistols, o la mismísima tuna.

Manolo se enfrenta al público con la sola compañía de una guitarra eléctrica, que él mismo aporrea, y unas canciones que todo punki ibérico que se precie debe conocer ya al dedillo: El papel morao, Si Sid Vicious hubiese conocido el kalimotxo, El aborto de la gallina, Mata a tu viejo o Vota Idiota.

Con ese aspecto de Jesucristo en plan radical vasco, Manolo parece cumplir a la perfección el papel de poeta entre los más broncas. Una especie de Bob Dylan para los con cresta, antítesis completa del de los limones y los otros cantautores al uso. Un personaje a tener en cuenta por la huella que va dejando.

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