Los llenazos en los dos pases y el entusiasmo que despertó entre l@s asistentes hacían presagiar este segundo premio. Ahora esperamos una gran celebración regado con Beefeater y lo que haga falta, junto a Dani Arasanz, su equipo y todos los traperos que han participado y disfrutado de... "Venid a las cloacas"!!!!
Venid a las cloacas. Historia de la Banda Trapera del Río, premio nacional del VIII Beefeater In-edit
"Teniendo en cuenta la precariedad y la ingenuidad con la que empezamos este proyecto no podíamos obtener una mejor recompensa que ser valorados con este premio por un festival como Beefeater In-Edit, en el cual pensamos desde el principio como la salida ideal para este trabajo". Son palabras de Daniel Arasanz tras conocer que su película, Venid a las cloacas. Historia de la Banda Trapera del Río, ha merecido el premio nacional del VIII Beefeater In-edit. Además del director, –que ha agradecido el compromiso de los miembros de la Trapera, de su entorno y de todas las personas que han colaborado en el proyecto–, nos acompañan Jaime Gonzalo (guión) y Morfi Grei, el auténtico protagonista, el verdadero superviviente de la mítica banda que, sin saberlo, inventó el punk en nuestro país.
Texto: Borja Duñó
Foto: Bea Sancho
¿Cómo surge la idea de hacer el documental?
DA:Yo creo que el mérito es de Munster Records, que son los que más han hecho para que no se pierda el legado de la Banda Trapera del Río, primero publicando 1978/1982. Grabaciones Completas (2006) y más tarde el libro de Jaime Gonzalo, Escupidos de la boca de Dios (2007). Leyendo el libreto interior del disco y después el libro, me di cuenta de que más allá de la música había una historia muy potente. Iñigo de Munster nos puso en contacto a Jaime y a mí.
JG: Sí, después de pasar por cantidad de aspirantes a director, incluso mucha gente consagrada, y sin sacar nada en claro, estábamos a punto de tirar la toalla. Fue entonces cuando nos cruzamos Dani y yo y decidimos hacer la película sin ningún presupuesto, absolutamente en pañales.
Morfi, ¿cómo habéis vivido vosotros este interés renovado por la Banda Trapera?
MG: Dani vino un día a pedirme permiso para grabar el documental y le dije "haced lo que os de la gana", porque estaba totalmente retirado de la música y del rock'n'roll. Empezaron costeándoselo de su bolsillo, lo que es muy remarcable porque hoy en día puedes hacer una película sobre una cucaracha que baila muy bien la sardana y te dan 100.000 euros de subvención. Pero para el grupo de rock'n'roll más importante de este país ni un puto duro, excepto el ayuntamiento de Cornellà, que se enrolló un poquito. De hecho nos propusieron tocar en fiesta mayor y fue el bombazo rockero del año. En parte lo hicimos para apoyar el documental, pero la cosa se lió y nos fuimos a otras ciudades de España. Al final, hubo que anular media gira porque Juan enfermó y acabó falleciendo antes de la última actuación prevista, que tenía que hacerse en la Rambla de Barcelona.
¿El proceso os ha servido para restablecer el contacto entre los miembros de la banda que quedabais?
MG: Sólo quedábamos Juan y yo, más Jordi "Subidas", el bajista, por supuesto, que es el que siempre ha ejercido de bisagra entre los dos caracteres. Juan era tan gracioso que hasta cuando me insultaba me hacía reír... En definitiva, éramos unos adolescentes de Cornellà se nos ocurrió hacer las primeras canciones punk en España y eso es lo que queda, la rebeldía adolescente, que en definitiva es lo que es el rock'n'roll.
¿Podría existir en la sociedad actual la Banda Trapera del Río?
JG: Yo creo que hoy en día pasaría desapercibida. Se asimilaría como tantas otras cosas. La Trapera era un producto de su tiempo, no lo podemos olvidar. España y el mundo eran dos realidades muy distintas, aquello era la prehistoria, todo era infinitamente opuesto a lo que es hoy. Hoy en día creo que no tendría ni la repercusión ni el significado de entonces, aunque las letras de la Trapera siguen teniendo una vigencia extraordinaria, por desgracia. Esto habla muy mal de la época que estamos viviendo.
¿Cuál es el contexto de la Trapera?
JG: Lo bueno de la Trapera es que su discurso es absolutamente espontáneo, nacido de la nada, sin ningún referente cultural, estamos hablando de un extrarradio, de gente inmigrante, de una educación precaria y limitada y unos referentes casi inexistentes. Jugaban con tres o cuatro elementos nada más y consiguieron articular un discurso propio. Además, el punk no existía todavía, nadie conocía a los Sex Pistols y ellos adelantaron esto sin saberlo, cosa que tuvo un impacto tremendo. Hoy en día es difícil describir lo que sentías en un concierto de la Trapera, pero era un rito de descubrimiento de la juventud en el que participábamos todos.
Resulta curioso que el festival se haya inaugurado con Barcelona era una fiesta, de Morrosko Vila-San-Juan, y termine premiando Venid a las cloacas. ¿Son dos polos opuestos de una misma época?
JG: Sí, es la némesis, es lo que odiábamos y detestábamos. La verdad es que era un rollo bastante asquerosillo, nos daba mucha grima y la Trapera fueron los primeros que se hincharon a decir barbaridades de todo esto, del Zeleste, de esta burguesía catalana, progre y peluda, que leía El Viejo Topo. De hecho, toda esa generación se instaló en el poder y nosotros nos instalamos en los bordillos de las aceras. Es muy curioso que hayan coincidido estas dos películas porque son dos polos absolutamente opuestos.
DA: De hecho ellos tocaron en Zeleste y en las Jornadas Libertarias, que seguramente fue lo más importante que sucedió en Barcelona entre el 70 y el 83. No es que no se invitara a la Trapera a la fiesta, se la invitó, pero o ellos no encajaron o hubo un momento en el que se buscó cierta homogeneización y entonces ya no encajaron.
JG: Yo creo que ellos eran los que reventaban la fiesta. Para actuar en Zeleste tuvieron que firmar un documento comprometiéndose a no liarla... ¡Es que en Zeleste eran unos tipos insoportables, unos conservadores, unas monjas ursulinas! Había cosas muy interesantes como Pau Riba, Sisa, etcétera, pero cuando entró el rock laietà, el jazz y todo eso ya era pestilente e insoportable. Y la Trapera era lo único que nos quedaba. Que casualidad que hayan coincidido estas dos películas en el espacio y en el tiempo.
MG: Sí, llegaron a pagarnos para que no actuáramos, ja, ja.
JG: Yo he sido testigo, he visto a Morfi destrozar un camerino él solo, arrancando un lavabo de cuajo, ja, ja.